Madrid - Matalascañas

Volvíamos de un recital por la calle San Vicente Ferrer cuando un grupito de dos chicas y un chico, latas de cerveza en la mano y sonrisas de oreja a oreja nos preguntó:

- Oye, perdonad,... ¿para ir a Matalascañas?

Nos quedamos con la boca abierta, en esa actitud un poquito paralítica que adquirimos cuando no sabemos si se están quedando con nosotros y ganas nos entran de preguntarlo. La chica que había hablado nos miró, miró a sus amigos y les dijo:

- Matalascañas ¿no?

Y el chico, medio muerto de risa le contestó:

- No, Malasaña.

Resulta que andaban buscando la Plaza del Dos de Mayo. Les indicamos como llegar y al despedirnos no pude evitar decirles:

- Menos mal que no os hemos mandado a Matalascañas...

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