Entras a un bar después de un recital. Es tarde, hay quien tiene hambre y quien no, quien vive fuera y quien no. Mesa para todos. Yo una cerveza, yo otra, que sean tres... traiga esto y aquello, piden los que quieren comer. Conversación... poesía, el tiempo, política, libros, librerías... oye, que nos vamos, que no llegan al tren... tocamos a 8 euros, hasta otra, un placer. Bouncing coins , por Olivier (Breda, Holanda) Quedamos seis. Sólo tres han cenado, los demás no teníamos hambre... faltan por pagar 60 euros... por más cuentas que echamos no hay manera. Y nos da la risa floja. Anda, echa el pan al bolso, para desayunar mañana, que no quede ni una patata, rebaña la salsita. Por poco no nos llevamos hasta el cenicero. Es evidente algunos poetas son muy, muy de letras, pero de las endosadas.