Poema
No creo en los ascensores, subo peldaño a peldaño hasta mi casa que unos días está en el segundo piso y otros en el tres mil, pegando al cielo, subo y me acuerdo de aquel portero surcado por millares de inviernos los ojos tan azules y el aliento tan vino que siempre me decía "no tienes 13 años" y le ponía un rombo a la máquina extraña de tantas pesadillas. No creo en los ascensores, ni en su hueco tampoco... como tampoco creo en nada que viaje más deprisa que su propio suspiro.