Poema
Te llamé amor durante tanto tiempo que olvidé todos tus otros nombres, los del reflejo que ves en los cristales, la mueca egoísta, el miedo a seguir vivo. Te llamé amor por hábito y costumbre, nombrándome a mi misma amante, paciente, virtuosa y al nombrarte creé mi propia sombra, el vestido de gala con que quise adornarme. Te llamé amor como hubiera podido llamarte árbol o piedra o naufragio y te amé con tus ramas partidas, tu dureza y todas tus tempestades. Te llamé amor hasta que la garganta se negó a pronunciar palabras con espina y fui nombrando uno a uno tus nombres hasta que amor quedó pequeño, desnudo y sin caretas.