Cosas que escribí hace tiempo: Universo en expansión (2012)

- Sin puntos de referencia estables, no se puede medir el espacio. Sin un espacio medible, no se puede medir el tiempo. En un universo en continua expansión debemos buscar puntos de referencia estables para poder saber cuántos segundos transcurren desde que la estrella revienta en mil pedazos hasta que nos alcanza uno de ellos. Uno pequeño que se acerca atravesando un espacio que se dilata continuamente y hace que su carrera se alargue y la agonía de este planeta se prolongue. La esfera de mi reloj es un espacio medible, el movimiento de las manecillas nos sirve para medir los segundos, los minutos, las horas. Pocas. Muy pocas horas, dicen, le quedan a este pequeño punto sin importancia dentro de un universo en continua expansión. Fíjate bien, quizá la aguja grande no llegue a dar la vuelta completa. El reloj no se expande, es un espacio finito y estable, el tiempo se queda dentro y sólo gira. ¿Comprendes lo que te quiero decir?

Desnuda sobre la arena ella le mira sin decir palabra. En el cielo azul una luz crece. El pedazo de estrella se acerca y ella se siente estúpida. ¿Para qué echar el último polvo? ¿Qué sentido, que no sea el que le ha buscado más de un guionista de televisión poco imaginativo, qué sentido tiene terminar en pelotas gimiendo de placer mientras el mundo se desintegra? ¿Para qué recurrir a algo tan conocido? ¿No sería mejor probar algo nuevo, hacer algo cuyas consecuencias sabes que nunca vas a tener que pagar? Sea lo que sea, nadie te va a pedir cuentas mañana porque mañana, en un universo en continua expansión, los pedazos de este pequeño punto insignificante viajarán a toda velocidad en todas direcciones, provocarán cráteres en Marte y Venus, se quedarán prendidos de la órbita de Júpiter o llegarán hasta el Sol portando restos de adn de un sinnúmero de especies que el hombre aún no ha llegado a entender.

Se levanta y se mete en el agua. Él la mira extrañado.

- No tardes, casi no queda tiempo.

Ella empieza a nadar hacia el horizonte. El agua está fría. Nada hacia la luz que se acerca, alejándose del reloj, de lo sabido, de  él. Por fin, sin miedo, alejándose de él.

En un universo en continua expansión, a veces, las líneas rectas se curvan y las órbitas se modifican o, sencillamente, una mujer nada hacia el horizonte y la eternidad se instala entre sus piernas, allí dónde un hombre esperaba morir y sin embargo, no le queda más remedio que seguir buscando un punto de referencia, un espacio estable, una medida para el tiempo, ahora que ella se ha ido.




(Voy a ir recuperando algunos de los relatos que escribí hace años y que siguen olvidados aquí, en el blog. Así estarán, quizá, doblemente perdidos y olvidados o, en el mejor de los casos, releidos y hasta disfrutados, vaya usted a saber).

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