Centrifugado
En casa de mis padres
la lavadora
tenía la costumbre de caminar
sobre sus cuatro patitas redondas.
Centrifugaba
aprovechaba el desnivel del suelo
para acercarse a la luz
al aire
a la ventana.
Sólo una vez estuvo a punto de echar a volar,
soltó amarras,
se desbordó libre
y chapoteó
feliz
sólo un instante
sólo hasta que mi madre escuchó sus risas
y corrió a cortarle las alas.
Desde entonces
cada vez que la lavadora
iniciaba su danza ritual de libertad
mi madre me llamaba
para que la sujetase;
y yo
bailaba a su ritmo
deseando como ella
mojarme los pies
en el agua mareada
de las obligaciones.
la lavadora
tenía la costumbre de caminar
sobre sus cuatro patitas redondas.
Centrifugaba
aprovechaba el desnivel del suelo
para acercarse a la luz
al aire
a la ventana.
Sólo una vez estuvo a punto de echar a volar,
soltó amarras,
se desbordó libre
y chapoteó
feliz
sólo un instante
sólo hasta que mi madre escuchó sus risas
y corrió a cortarle las alas.
Desde entonces
cada vez que la lavadora
iniciaba su danza ritual de libertad
mi madre me llamaba
para que la sujetase;
y yo
bailaba a su ritmo
deseando como ella
mojarme los pies
en el agua mareada
de las obligaciones.
Entrañable ese "centrifugado".
ResponderEliminarUn beso.
Regreso y encuentro belleza...
ResponderEliminarHermoso, hermoso, hermoso...
Mis abrazos!
tierno retorno a la infancia techu, me encanta
ResponderEliminarPaloma, Volti, ando retomando este tipo de poemas que experimenté hace algo más de un año. Habrá más, sobre mi infancia, sobre mi barrio, sobre esas cosas que permanecen en la memoria.
ResponderEliminarBesos a ambos.
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¡Leandro! ¡Qué alegría verte de nuevo por aquí! Hay que ver lo que te ha costado cruzar el charco, y eso que sólo es de manera virtual.
Besos a ti y a Pato