poema
A cada una de esas mujeres que solo descansarán
el día que entierren a sus maridos,
y que, por desgracia, son todavía muchas,
demasiadas.
el día que entierren a sus maridos,
y que, por desgracia, son todavía muchas,
demasiadas.
Se te pierde de pronto
la pupila
en el llanto del hijo
que aún hoy
no entiende las maletas
llenas de él, posadas en la puerta,
cargadas del veneno
que nunca le escupiste,
todas sus cosas
de nuevo
en tu armario
porque el niño lloraba
y tú,
madre,
esposa,
preferiste tu llanto
al de tu hijo
y te tragaste treinta años de cristales.
hosti, treinta tacos de cristales, tiene garra mayte, me mola. un abrazo.
ResponderEliminarTambién son demasiadas las chicas que le hacen las camas a sus hermanos varones.
ResponderEliminarMe gusta mucho tu poema, es un tema que nunca hay que olvidar.
y yo que hoy me desperte creyendo que soy un venenito pero esto esta duro hasta para mi, un poema de esos a flor de piel
ResponderEliminarEsta es la poesía que a mí me deja mirando para las paredes como queriendo atraversarlas. APLAUSOS BOÑICA! De lo mejor que te he leído. QUE BIEN TE SIENTA PESCAR!!!
ResponderEliminarBesikos con ganas de quedar.
Un latigazo espléndido, Mayte.
ResponderEliminarFuerte y real.
ResponderEliminarMe gusta, Mayte, me gusta.
Un abrazo.
Gio.
Excelente
ResponderEliminarFeliz cruasán. Un día de estos te mando unas rosas frescas gratinadas.
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