Curisidades tejeriles IX - Las mochilas Wayúu

Hoy, en "Curiosidades tejeriles" vamos a recrearnos con las mochilas Wayúu.


Tejidas a ganchillo combinando coloridos hilos de algodón, el pueblo Wayúu, de la península de la Guajira (Colombia), elabora estas mochilas de manera artesanal. Las mujeres indígenas también tejen mantas y hamacas, pero su mayor "éxito de ventas" son las mochilas.

Cuenta el mito que una araña, Wale'Kerü, enseñó a una mujer a tejer. Esta contó al resto que si entregaban a la araña una cabra o un burro, la araña también les enseñaría. También hay una teoría más verosimil: fueron los misioneros franceses quienes, en el siglo XVIII, introdujeron el tejido a ganchillo en la zona. El mito de la araña es más bonito.

Las mujeres Wayúu aprenden a tejer en "el encierro", durante su primera menstruación y consideran este tipo de tejido un saber ancestral que refleja, además, su forma de entender el mundo y la vida. Este encierro tradicionalmente duraba entre 1 y 5 años, durante los cuales no las podía ver nadie más que las mujeres más cercanas de su familia. Hoy en día raramente llega al año y en ocasiones se permite a las niñas continuar asistiendo a la escuela. Se trata de un periodo en el que se enseña a la niña a ser una mujer de provecho, aprenden las labores del hogar, a ser mediadoras en los conflictos familiares, se les transmiten los valores tradicionales y se les enseña a tejer. 


Este es el testimonio de una joven wayúu: «Las niñas, al llegar a la pubertad, se ven enfrentadas no solo a los cambios físicos sino también mentales y deben asumir las responsabilidades espirituales durante un encierro tradicional, en el cual se nos prepara para desafiar nuestra existencia en el universo. 

El tiempo del Sutapaulu o encierro, es establecido en la actualidad por la madre, pero anteriormente, después de ser rasurada totalmente, la niña que entraba al rancho salía tres y hasta cinco años mas tarde, convertida en una hermosa majayura, con largos y brillantes cabellos, totalmente instruida no solo en los oficios en los que ha sido educada para sostenerse en la vida, sino también dispuesta para los trabajos que le permitirán desempeñarse con total libertad en las labores domésticas, familiares y conyugales. 

Durante este período de aislamiento las Wayúu aprendemos a hilar y a tejer chinchorros, mochilas hamacas, y algunos accesorios. Estas labores y responsabilidades son transmitidas por nuestra madre, o por nuestra abuela y tías, siempre por línea materna y son ellas quienes nos hacen regalos especiales para que obtengamos la destreza particular de cualquier walekerü o araña tejedora. Una kanaspi o pulsera elaborada con hilos multicolores y finos palitos, simboliza que la mujer que la lleva puesta es muy ágil para estos oficios y no sufrirá nunca de flojera. 

Cuando se acerca la fecha de salir del extraordinario recogimiento nuestras tías nos enseñan también a yonjestain o bailar para que podamos demostrar en la ceremonia de celebración, que una mujer con pasos entrecruzados y firmes, puede dominar cualquier instinto de los hombres. Se nos compran telas muy vistosas con colores muy vivos para elaborar mantas que serán acompañadas de hermosos y lujosos accesorios, los cuales deben ser nuevos para atraer la buena suerte y colocados en el cuello, las muñecas y los tobillos. Además, también se nos prepara con baños y ungüentos que nos harán lucir bellas y poderosas. 

La salida del encierro es entonces un acontecimiento familiar y hasta podríamos mencionar que es una gran celebración comunitaria en la que una nueva majayura es presentada ante la sociedad Wayúu para que pueda ser pretendida en matrimonio. Y es cuando se ofrece una gran fiesta para muchos invitados, mujeres y hombres de otras rancherías y clanes que comerán, beberán y bailaran a ritmo de kasha o tambor toda la noche. 

Karmen Ramírez Boscán - Activista y difusora de la cultura wayúu »

Los diseños tradicionales, o kaanás, tienen origen precolombino y son motivos geométricos relacionados con la naturaleza y la vida diaria del pueblo Wayúu: Pulikerüüya (la vulva de la burra), Pasatalo’ouya (las tripas de la vaca), Siwottouya (las huellas que deja un caballo). (Sí, yo también tengo mis dudas: ¿caballos precolombinos? Habrá que investigar más).

Pulikerüüya, como la vulva de la burra.

Jime’uya, ojo de un pescado.
En 2011, "Wayúu" fue declarada Denominación de origen, con el fin de proteger la artesanía tradicional de estos pueblos. Una artesana tarda unos 20 días en tejer una mochila y se pueden comprar por un precio que oscila entre los 31.000 y los 520.000 pesos colombianos (entre 9 y 150 euros, aproximadamente). Son su forma de vida, pero ya sabemos cómo funciona esto: si se puede copiar, se copia.

(Fotos e información: www.artesaniasdecolombia.com)

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