Rencor

Los rumores se adueñaron del pueblo cuando el hermano Aurelio, en medio del mercado semanal, se subió el hábito hasta la cintura y se puso a mear, una meada épica de casi tres minutos contra la fachada de la sede del Partido Comunista.

Por más que el padre prior intentó hablar con él, el hermano Aurelio no salía de su mutismo, en el que llevaba encerrado cuarenta años, dos meses y tres días: exactamente el tiempo que había pasado desde aquella otra jornada memorable en la que Justo, el líder comunista del pueblo, se bajó los pantalones en medio del mercado semanal y se puso a mear en la fachada de la Iglesia, algo que, por otra parte, solo recordaban el padre Aurelio y el propio Justo, tan anciano ya que únicamente salía de casa para tomar el aire sentado a la puerta.

- ¡Pero, hermano! –increpaba el padre prior-. No me lo explico, sinceramente. ¿No podía esperar a volver al convento?

El hermano Aurelio callaba, cabizbajo.

- ¡Qué espectáculo! ¡En medio del mercado, con todas esas mujeres mirando! ¡Qué escándalo!

El hermano Aurelio callaba, cabizbajo y con una leve sonrisa.

- ¡Y nada menos que tres minutos!
- ¿Tres minutos? –rompió su silencio el hermano Aurelio- ¿Tres minutos? ¡Jódete Justo, te he ganado por uno!

Comentarios

  1. ¿Barreré para adentro si digo que Justo fue más valiente que Aurelio? ¡Nada menos que en el año 73 del siglo pasado. Por cierto, ¿quedan sedes del PC en algún pueblo? ¿Se ha enterado Justo de este nuevo record? ¿Cuántos días aguantó Aurelio antes de la micción?. Muy bueno, Mayte.

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