Regalos y amigos
Ya sabéis que me gusta presumir de amigos, llegar aquí y decir "mirad que cosas tan bonitas hace mi amigo Pepe Luis". Bueno, pues aunque se avecinan los cambios propios de cada Septiembre, en eso no cambiaré, al contrario. Mis amigos van a tener siempre aquí su casa, su pequeña ventanita a la que asomarse y conocerse entre ellos.
Hoy os traigo un texto precioso de Jose, que tiene un refugio lleno de magia, por lo que escribe y por lo que recorta. Uno de sus cuadros ocupa desde hace unos meses un lugar destacado en la pared de mi salón y es uno de los mejores regalos que he recibido. Ahora Jose ha escrito un texto titulado precisamente "Regalos" y me ha gustado tanto que no he podido evitar tomarlo prestado para que podáis también vosotros disfrutarlo. Estos son los mejores regalos del mundo... ya, ya lo sé, se me nota que estoy con el romántico subido. Es lo que tiene el amor, regalos como estos de los que habla Jose, de esos que no se pueden comprar en ningún centro comercial, regalos que, como algunas sonrisas, valen una vida.
Regalos
por Jose (el recorte del compás también es suyo)
Tengo un regalo para ti. En realidad es un regalo grande, de esos que a un niño le gusta abrir el día de Reyes. Tan grande que no te abarcan los brazos. Te regalo un paseo en bicicleta, una tarta de queso, el despertar de un día de lluvia escuchando tangos con la ventana abierta, el bigote de Dalí, una nube de las que cubre Machupichu cada amanecer, el abrazo de una niña pequeña a la pierna de su padre, una pelí tan bonita como Amelie, un menhir de una aldea gala, una canción que hable de amor y no de desamor, una guerra de agua, una paz sin toallas, un parche para el ojo y un barco pirata, una isla para guardar tesoros, una linterna por si te pierdes, un lago en el cráter de un volcán, una barca con cuatro remos, una carretera con curvas y una pastilla para el mareo, un hueco en mi cama, una habitación para ti sola, un trozo de hielo que llevaron los gitanos a Macondo, comerte media naranja sin pelar, el verano de un niño, el otoño de Buenos Aires, un cuadro de papel recortado, una nariz de payaso para que me hagas reír, una noche de luna llena dentro del mar, una chaqueta para los primeros días de frío, y una regadera para que nada se seque. Pensaba enviártelo, pensaba que no sé tu nombre, que no se dónde vives, pensaba que lo guardaré para cuando lo sepa. Pensaba que tal vez tu tienes otro regalo para mi y que no sabes como me llamo ni donde vivo. Pensaba que lo guardarás hasta que lo sepas. Tendremos que esperar.
Ay, qué suerte. Yo también quiero. Regaos. Amigos también, pero ya os tengo.
ResponderEliminarBss, Mayte