Un jardín de dos por cuatro

Acabo de comprarme una compostadora. Por internet. No sé para qué sirve. Ciento cuarenta euros con noventa y cinco, seiscientos litros de capacidad y no sé para qué sirve. Además es fea como un demonio y ocupa demasiado espacio en el jardín trasero del chalet. Pero todo el mundo en la urbanización tiene compostadora y a mí no me gusta llamar la atención. Por eso acabo de comprarme una compostadora.

Hace unos días le pregunté a mi vecina Manuela qué hacía ella con las hojas secas del jardín y me dijo:

 - Mujer, pues lo que todo el mundo, echarlas a la compostadora.

De acuerdo, tengo una vaga idea de para qué puede servir la dichosa caja de plástico verde gigantesca que ocupa medio jardín, pero es demasiado vaga y en mi jardín jamás habrá seiscientos litros de hojas secas porque mi jardín mide cuatro por dos y tiene un solo árbol.

Miro la compostadora. Creo que ella también me mira. Estamos condenadas a entendernos. Recojo las seis hojas del césped y las echo dentro. Oigo la puerta de casa de Manuela. Corro a la entrada, cojo a toda prisa la bolsa de la compra, el monedero y las llaves y salgo a la calle.

 - Manuela, qué casualidad…

 - Hola Rosario.

Caminamos juntas hacia la única tienda de la urbanización. Cada cuatro metros el muro de ladrillo se abre a una puerta verde con cerradura de seguridad. Junto a cada puerta, un buzón blanco y un farol.

 - Me he comprado una compostadora.

 - Qué bien, ya verás como el huerto te lo agradece.

¿El huerto? ¿Qué huerto?

 - Claro, el huerto – contesto.

 - ¿Qué has plantado?

 - Aún lo estoy pensando…

 - Yo acabo de poner habas. Me alegra que te hayas decidido, es superecológico y superrelajante, ya verás. El contacto con la tierra me encanta. Es lo bueno de tener jardín.

De vuelta a casa salgo de nuevo al jardín. En una esquina está el árbol. En la otra, la compostadora. Entre ambos quedan un par de metros que podría aprovechar para poner el huerto. Tengo hojas secas y una compostadora, tengo un pequeño espacio para un huerto, solo me faltan las semillas y enterarme de cómo la compostadora puede ayudar el huerto.

Por la tarde ya he encargado semillas de habas por internet. Manuela vuelve a casa, acabo de oírla aparcar en la calle. Salgo corriendo para coincidir con ella en la puerta delantera.

 - Vaya, coincidimos otra vez – digo.

 - Eso parece – contesta arrugando la nariz.

 - Oye, quería comentarte… me he decidido también por las habas. Tú ¿cuántas has plantado?

 - Dos líneas.

Líneas. No sé qué son líneas.

 - Ya.

 - Es que las alcachofas ocupan mucho y tardan en salir, así que no me queda mucho más espacio.

 - Claro, las alcachofas…

Vuelvo a mi jardín. Miro la compostadora, el árbol, el recuadro de césped reseco. Cuatro metros por dos.

Cuando Javier vuelve del trabajo estoy deprimida, muy deprimida.

 - Cariño, recuérdame por qué vinimos a vivir aquí.

 - Mujer, por los niños…

 - No tenemos niños.

 - Pero los tendremos ¿no?

 - ¿Cuándo?

 - Pues cuando acabemos de pagar la hipoteca, claro.

 - Te recuerdo, cariño, que para eso faltan treinta y dos años… 

 - Mujer, seguro que podemos ir amortizando cuando me suban el sueldo y entonces podremos…

 - ¿Podremos?

 - Pero ¿qué te pasa hoy?

 - Que he comprado una compostadora.

 - ¿Una compostadora? ¿Qué es eso?

 - Lo mismo que la barbacoa pero más grande. Algo que aquí tiene todo el mundo y te lo restriegan por las narices y te dicen que es “genial” para las habas y “superecológico” y ocupa la mitad de ese pedazo ridículo de tierra que llamamos jardín.

Comentarios

  1. jajaja...
    me hiciste reir Maitetxu...

    Gracias

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  2. La compostadora es mucho más útil de lo que insinúas en tu narración, sobre todo si es de buena calidad. Por ejemplo, aunque en las instrucciones de uso no suele venir, por aquello del quinto mandamiento, si te cargas a tu vecina Manuela y la metes en la compostadora junto con hojas secas del árbol del jardín y las que puedas ir recogiendo de las aceras (estamos en otoño, la mejor época) y residuos de la última cena, (por cierto, ¿tienes gatos?) te saldrá una compostura excelente para las habas. Incluso los garbanzos lo agradecen. ¡Ah!, si fumas, no olvides echar los filtros.

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    Respuestas
    1. Pero ¿no se supone que no se puede meter carne o huesos en una compostadora? Tomo nota de tu idea para otros cuentos, je je je.

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