Duda infantil

Era uno de esos días de caras largas, una mañana de jueves de autobús lleno de bostezos, hora punta de flecha hacia el fin de semana, atasco de trajes y tacones con ganas de esconderse. Malas caras, ceños fruncidos, empujones.

La madre, cargada con la mochila del niño, el maletín con el portátil, el móvil, trataba de llegar a la puerta para bajarse en la próxima. Acompañaba la marcha con las típicas instrucciones maternales: acuérdate de que hoy os recoge tu padre, agárrate bien que pisas a la señora, venga hijo muévete que ya es la próxima parada, a ver tu hermano dónde está, esta tarde no os olvidéis de ir al...

En este punto, el más pequeño de sus dos hijos la interrumpió:

- Mamá... ¿por qué tengo que ir al golopeda?
- ¡Pues por eso! - replicó el hermano mayor.

Ni siquiera la madre pudo evitar la sonrisa.

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